Cuando era pequeña y los mayores me preguntaban “¿qué quieres ser de mayor?”, yo muy convincente les respondía “soltera”. Entonces, reían e intercambiaban miradas de asombro. La verdad es que no sé por qué decía eso, tampoco es que nadie me lo metiera en la cabeza. ¿Casarme yo? Aunque no tuviera edad para pensar en esas cosas, parecía tenerlo bien claro.
En estos años jóvenes de mi vida, he experimentado el amor en muchas de sus formas, y lo he observado en otras personas cercanas a mí. He vivido muchas penas inmerecidas y por ello he derramado demasiadas lágrimas en esas abominables tragedias.
No entendía cómo todo el mundo no hacía más que añadir a su visión de futuro una boda. Los casamientos para mí eran una tontería: firmar unos papeles. Nunca me paré a pensar en que no era algo solo representativo, sino que se trataba de los derechos legales de las parejas. Además, una boda también era un gasto excesivo de dinero. Y, bueno, que no te quieras casar no significa que no quieras a tu pareja, se puede vivir igualmente sin firmar esas cosas.
Yo buscaba el amor verdadero, ese para siempre, ese “y vivieron felices para siempre jamás”. Para mi desgracia, realmente nunca pasé del comienzo, probé muchos aperitivos y llegué incluso alguna vez a degustar el primer plato, pero ya ahí padecía de indigestión. Tardé mucho tiempo en darme cuenta de que el problema de mis fracasos sentimentales emanaba de mí. Era mi culpa. Pero, ¿cuál era mi error? Tenía que encontrarlo y extirparlo.
En ese tiempo fue cuando fijé mi propia teoría sobre los tipos de personas. Aunque nadie es igual a nadie y todos somos diferentes, y aunque existan los grises, yo tracé mi esquema con dos grupos de personas: las que leen y las que no.
Recuerdo que traté de explicarle a alguien por qué dos personas de diferentes grupos no podían prosperar en la vida como pareja, y el ejemplo que puse fue muy claro y sencillo: ¿conoces a alguna profesora de inglés que esté casada con un fresero?
Tenía que encontrar a una chica como yo. Mi amor tenía que pertenecer a mi grupo, así es como debía ser mi pareja adecuada. Tras hallar la raíz de mi problema, me prometí a mí misma no volver a mantener ninguna relación hasta estar completamente segura.
Hace dos veranos una prima hermana mía se casó. Ese día eché la vista hacia atrás en el tiempo y nos recordé a las dos en la cena de navidad en casa de nuestra abuela. Estábamos en el baño y ella se arreglaba para salir de fiesta, aunque la verdad es que estaba llorando porque su novio la había dejado. Siendo yo más pequeña que ella en edad, intenté consolarla. Ahora, ella al fin encontró a su compañero de vida y decidió dar ese paso de firmar los papeles.
Estando en su boda, la miré con contemplación: toda ella brillaba. Irradiaba una luz mágica. Sonreía, temblaba. Nunca la había visto tan feliz. De repente, me puse a llorar. Lloraba porque yo no tenía amor, y porque estaba contenta por ella. La envidié sanamente.
Ahí mi chip cambió. Las bodas cogieron sentido. “¡Yo también quiero!”, me decía mi corazón. Fue increíble, porque dos semanas después, conocí a la mujer de mi vida. Quisiera casarme en el futuro con ella, pero tengo miedo de que el gobierno no permita el matrimonio igualitario. ¿Por qué simplemente no se nos puede tratar de igual a igual como personas que somos? ¿Por qué no tenemos igualdad en derechos? ¿Por qué no nos respetan como yo respeto a mi prima?
Porque vivimos en un mundo irrespetuoso, egoísta y lleno de tabúes. Gran relato en primera persona que se nos mete en la piel.
ResponderEliminarValiente!
Por que la gente tiene mucha ignorancia. No creen y no les sale de los ***** creer. Por que sólo la gente que conoce el verdadero amor (como tú, como yo) sabe perfectamente que en el amor las diferencia no existen. Pero las personas que piensan que sí existen, no han amado de verdad, no han experimentado los verdaderos sintomas del amor, ni siquiera conoce el significado verdadero de la palabra "amor". Es por eso que sus corazones están vacíos, sus mentes están cerradas. Por que sólo mira las cosas por encima de la superficie... y no saben descifrar lo que hay detrás de los muros. Por eso es... Mucha ignorancia y mucho tiempo perdido en joder más de lo que ya está jodido... Es una tristeza
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