Inhalaba casualidades que me producían rápidas palpitaciones. Todo el tiempo se reducía a un segundo, y las noches ya no estaban hechas para dormir. Mis dedos se estiraban y encogían por el teclado del ordenador por tal de no tardar en responder.
Provocó intensas llamas que consumían mi pasado glacial. ¡Y me elevé! Me elevé tanto que ya no me importaba caer. Había descubierto que erraba al pensar que ya conocía todas las sensaciones del embrujo que era un enchochamiento.
Se reveló el amor en mí más fuerte que nunca. Los versos brotaban con la misma facilidad con la que respiraba, y se los enviaba, con un beso por sello, soplándolos desde la palma de mi mano, esperando que después de cien kilómetros entraran por la ventana de su cuarto y los guardara en su alma.
Su timidez, me inspiraba adoración, su introversión, duda. Pero no me frené, porque empecé a entenderla entre líneas. Comprendí lo que significaba compatibilidad, y pude notar el vínculo que habíamos construido. Ella terminaba mis frases, yo recitaba sus poemas favoritos, como si fuera algo predecible entre dos personas que se conocen de muchos años.
Mis madrugadas de insomnio pronto hubieron de acabar, pues me quedé sin conexión a Internet. Rogué me diera su número de teléfono y me lo ofreció, y no tardé ni un día en mandarle un mensaje de texto. Ya la echaba de menos. Mi corazón dio un vuelco cuando contestó, pues casi tenía la certeza de que mi entusiasmo por ella no era correspondido en igualdad, y por lo tanto me ignoraría. Desde entonces, estudié su nuevo tímido lenguaje sin Internet, en busca de su interés por mi.
Un milagro me devolvió la conexión. Ya conocía su horario, y desde la tarde la esperaba ansiosa por hablar con ella hasta bien entrada la madrugada, que en verano equivalía a las 05:00 horas de la mañana.
Siempre había algo de qué hablar y nunca se producían silencios más largos que una visita al lavabo. Estaba tan ensimismada en ella que, siendo consciente de mi soltería y haciendo uso de ella, no disfruté realizando el acto sexual con otra chica. Y pensé en ella. Y me sentí mal. Y volví a decirme a mí misma que no tenía compromiso con nadie. Y volví a sentirme como un monstruo pone cuernos. ¡No la conocía en persona! ¿Qué me pasaba? ¿Qué significaba ese sentimiento de culpabilidad?
Ea, pues te aguantas con el sentimiento de culpabilidad ppp ppp
ResponderEliminarEstá súper bien :$ Y es muy bonito... En serio, me encanta :$