Te observo en la pantalla de mi ordenador. Creo que no te haces una idea de lo preciosa que eres.
Te miro, sonríes, y se detiene el tiempo. Y ya no existe nada más en este mundo que tu belleza, tan grande... Tu boca se divisa perfecta, con los dientes paralelamente alineados y blancos, y tus labios... se juzgan tan dulces y tiernos... Me llaman.
Si me fijo un poco más, tus hoyuelos me saludan y me incitan a que suba mis pupilas hacia las tuyas. Esos ojos que también son mi perdición. Verdes y brillantes, resplandecientes.
Me embobo mientras mi pecho bombea como si no hubiese un mañana. Tu tez pálida y rojiza en mejillas, me sonroja. El conjunto de tu cara, tú toda entera... me fascinas, me embelesas. No hay prosa ni verso capaz de superar o igualar tu belleza, lo prometo.
Fotografío ese instante con mi mente y lo transporto a mi corazón, a buen recaudo, y me hago con ella a veces, viéndote desde mi interior y mi expresión emanando tu nombre y tu imagen a través de mi cara. Son momentos en los que es tan evidente que pasa algo en mí, que transparenta.
¡Y poco he descrito de ti! Y por mucho que procurase mejorar esta crítica visual, jamás quedaría satisfecha, porque tu esencia no puede ser escrita.
Eres escandalosamente atractiva y deseable, y eso sucede solo nombrando una sola parte de ti.
He visto algo más de tu cuerpo, en trozos, y he hecho un collage imaginario. Pero espero que dentro de unos días no tenga que soñar más con tu olor, tu tacto y tu sabor, y entonces tendré para escribir sobre ti por toda la eternidad.
Certero texto poético, pasional y entrañable.
ResponderEliminarNos leemos.
Besos.