Insonora.
Ausente.
¿Perdida?
No, encontrada.
Auto-marginada
del resto
por decisión
propia,
flotando desnuda
en mis
pensamientos,
lejos de todo
lo cavernícola,
gozando
del placer
de lo escrito.
Refugiada,
intentando protegerme del mundo ignorante,
que piensa que la vida no está hecha para pensarla.
Olvido que, fuera de esta parcela imaginaria,
están pastando y berreando las demás ovejas,
las ovejas de mi rebaño, donde yo soy la negra.
Embrujada y solitaria, acompañada de un sentimiento divino.
Sumergida en el pacifismo pleno y puro de mi alma.
Amando algo sin cuerpo, pero con personalidad.
Acariciando lomos de papel y meditando el tacto.
Aprendiendo a nutrirme con los susurros de los libros.
Mezclando saberes con sonrisas,
remodelando mi ética propia con la global,
removiendo entre estanterías
buscando nuevos sabores que degustar.
Con la mente descubierta en un sitio seguro,
revelándole mis secretos a los folios de mi mesa,
mientras me abrazan fantasmas de poetas muertos
y crezco cebándome también con textos de los vivos.
Prestando mis sentimientos al romanticismo ajeno,
suprimiendo estrictamente todos los que habitan en mí.
Creando nuevos portales por donde llegar a mi meta,
luchando en silencio, cuyas armas a usar son tintas y papel.
Viajando sentada, quieta, en el mismo lugar,
de lo ficticio a lo real, de lo real a lo ficticio,
del pasado al presente, del presente al pasado,
del presente al futuro, del futuro al presente,
del pasado al futuro, del futuro al pasado.
Viajando sentada, quieta, en el mismo lugar,
estoy, no estoy, aquí, allí, lejos, cerca,
hay, no hay, nubes, soles y tempestades.
Insonora. Ausente. Tele-transportada.
Muchas gracias por esas palabras sonoras y mágicas que dedicas a la biblioteca
ResponderEliminarGracias a vosotros por publicarlo en Twitter. Reboso en gozo y orgullo. ¡Gracias!
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