
que ni llueven ni nievan
pero que dan escalofríos al mirarlas.
Yo caminaré,
no sé en qué dirección,
tal vez hacia delante
y sin mirar atrás.
De esa manera
si consigo que el Sol vuelva
por extrañar mi ausencia
notaré un cálido abrazo desde detrás
y me giraré para leer los ojos de la luz.
Sin embargo,
si las nubes te atrapan
estaré lo suficientemente lejos
para que no me alcancen a mi también.

Me voy a acostar
porque hay tormenta
y no quiero oír los truenos.
Despiértame
cuando vuelva el Sol,
pero si no vuelve...
déjame.
Espero que la esencia mágica que ya se
fue no venga más en forma de espectro
y siga infiltrándose en mis sueños...
ocupando el espacio de mis fuerzas motoras,
arroyándolas a la nada a su paso...
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