Ayer te vi. Dije: hola, tita. ¿Desde cuándo no te llamo así?
Durante años me he visto sometida a una extraña presión de origen desconocido, y en los pocos y cortos encuentros que hemos tenido, me he dirigido a ti de manera diferente. Hola, Marga.
¿Por qué te diría tita? En la relación amargamente fría que mantenemos, si es que entre las dos queda algo, resulta como "fuera de lugar".
Me sentí de nuevo como aquella niña, con la cara llena de churretes, que jugaba a vender chucherías y helados en tu kiosco.
Mientras me acercaba a ti, no pude contener una sonrisa. Ese gesto en mi cara significaba: me alegro de verte aunque me hiera. Y, cuando llegué a ti, se repitió esa encogida de corazón que me ocurre siempre antes de hablarte. Es como si, en ese momento y hasta que pasa bastante rato desde que me voy, los latidos cesasen casi al cero.
Siempre le aparto la vista a él, me da asco mirarlo. ¿Oíste los gritos que desprendían mis ojos?
Pero, ¿qué estoy haciendo ahora mismo? Supongo que desahogarme nuevamente en un papel.
Es obvio que, tanto este escrito como todos los que ya hablan de ti y los que quedan por existir, nunca llegarán a tus manos.
No sé ya si es por miedo a cagarla y sentirme humillada, o por el simple y no deseado temor de que te afectara muy negativamente y se pusiera en peligro tu salud.
Hoy he pensado, de repente... ¿de verdad te dio el derrame por el motivo que creo? Por un momento me vino a la mente el que fuera yo la causante de tu desgracia. ¿Sería de ser creída? No soy el ombligo del mundo, ni el sol gira a mi alrededor.
Lo que sé con absoluta seguridad es que todo es dolor. Dolor irremediable. Dolor infinito. Dolor eterno. Un dolor que jamás desaparecerá y que me está haciendo el día a día costoso. ¡Los años!
Mi debate interior es: ¿hablo contigo o no debo hacerlo? ¿Te haría más daño? ¿Podría hacerte feliz y aliviarte?
Dicen que hay que dejar el pasado atrás. No puedo. En el lote entraría olvidar los mejores años de mi vida. De verdad, aunque quisiera, no podría. Estoy estancada en él. Estoy atrapada en una telaraña gigante. Tengo aracnofobia.
También dicen que ya nada será como antes. Me aferro a un sentimiento de pérdida y nostalgia que no me deja mirar hacia delante.
Lo intento, lo intento. Me llevo un tiempo sin pensar en esto. Entonces, llega la navidad y no ceno con vosotros. Entonces, llega el verano y no estoy con vosotros. Entonces, llega una boda, un bautizo, una comunión, un cumpleaños, y no estoy invitada. Entonces, un día sin saber el por qué, apareces en un sueño y, cuando despierto, hago todo lo posible por no romper a llorar.
¡Quiero abrazarte y decirte que siempre te he querido y querré! Llorar junto a ti. Saber si te ocurre lo mismo, si alguna vez te importó mi ausencia, o si sí pero ya lo superaste...
Si me quedara embarazada y tuviera una hija, la llamaría Margarita. Eso lo tengo muy claro.
¿Parezco una loca? Lo que no me extrañaría es acabar en un psiquiátrico. A lo mejor estoy delirando...
"¿Has venido sola?" Me preguntas cuando aparezco en la playa. Y a veces le sigue: "¿caminando desde Mazagón?" ¡¿No lo ves?! No puedo alejarme de ti, ni de todos. Es la única forma que tengo de no sentirme tan lejos y excluída. Aun sabiendo por los hechos la poca importancia que puedo tener para todos... No soy nada para quienes lo son todo para mí.
Durante años me he visto sometida a una extraña presión de origen desconocido, y en los pocos y cortos encuentros que hemos tenido, me he dirigido a ti de manera diferente. Hola, Marga.
¿Por qué te diría tita? En la relación amargamente fría que mantenemos, si es que entre las dos queda algo, resulta como "fuera de lugar".
Me sentí de nuevo como aquella niña, con la cara llena de churretes, que jugaba a vender chucherías y helados en tu kiosco.
Mientras me acercaba a ti, no pude contener una sonrisa. Ese gesto en mi cara significaba: me alegro de verte aunque me hiera. Y, cuando llegué a ti, se repitió esa encogida de corazón que me ocurre siempre antes de hablarte. Es como si, en ese momento y hasta que pasa bastante rato desde que me voy, los latidos cesasen casi al cero.
Siempre le aparto la vista a él, me da asco mirarlo. ¿Oíste los gritos que desprendían mis ojos?
Pero, ¿qué estoy haciendo ahora mismo? Supongo que desahogarme nuevamente en un papel.
Es obvio que, tanto este escrito como todos los que ya hablan de ti y los que quedan por existir, nunca llegarán a tus manos.
No sé ya si es por miedo a cagarla y sentirme humillada, o por el simple y no deseado temor de que te afectara muy negativamente y se pusiera en peligro tu salud.
Hoy he pensado, de repente... ¿de verdad te dio el derrame por el motivo que creo? Por un momento me vino a la mente el que fuera yo la causante de tu desgracia. ¿Sería de ser creída? No soy el ombligo del mundo, ni el sol gira a mi alrededor.
Lo que sé con absoluta seguridad es que todo es dolor. Dolor irremediable. Dolor infinito. Dolor eterno. Un dolor que jamás desaparecerá y que me está haciendo el día a día costoso. ¡Los años!
Mi debate interior es: ¿hablo contigo o no debo hacerlo? ¿Te haría más daño? ¿Podría hacerte feliz y aliviarte?
Dicen que hay que dejar el pasado atrás. No puedo. En el lote entraría olvidar los mejores años de mi vida. De verdad, aunque quisiera, no podría. Estoy estancada en él. Estoy atrapada en una telaraña gigante. Tengo aracnofobia.
También dicen que ya nada será como antes. Me aferro a un sentimiento de pérdida y nostalgia que no me deja mirar hacia delante.
Lo intento, lo intento. Me llevo un tiempo sin pensar en esto. Entonces, llega la navidad y no ceno con vosotros. Entonces, llega el verano y no estoy con vosotros. Entonces, llega una boda, un bautizo, una comunión, un cumpleaños, y no estoy invitada. Entonces, un día sin saber el por qué, apareces en un sueño y, cuando despierto, hago todo lo posible por no romper a llorar.
¡Quiero abrazarte y decirte que siempre te he querido y querré! Llorar junto a ti. Saber si te ocurre lo mismo, si alguna vez te importó mi ausencia, o si sí pero ya lo superaste...
Si me quedara embarazada y tuviera una hija, la llamaría Margarita. Eso lo tengo muy claro.
¿Parezco una loca? Lo que no me extrañaría es acabar en un psiquiátrico. A lo mejor estoy delirando...
"¿Has venido sola?" Me preguntas cuando aparezco en la playa. Y a veces le sigue: "¿caminando desde Mazagón?" ¡¿No lo ves?! No puedo alejarme de ti, ni de todos. Es la única forma que tengo de no sentirme tan lejos y excluída. Aun sabiendo por los hechos la poca importancia que puedo tener para todos... No soy nada para quienes lo son todo para mí.
Cuando voy, por momentos estoy tranquila y me encuentro cómoda. Aunque te dedique cinco segundos entre el hola y el adiós. Me basta. Sacia por un rato una parte de mi pena ilimitada. Tendré que conformarme.
Supongo que la mayoría de la carta parece infantil. Habla la niña herida que llevo dentro. Pataleando. Patalear no me hará conseguir lo que quiero. De hecho, nada. Es imposible, aunque no quiera terminarlo de aceptar.
Ojalá nunca hubiera ocurrido toda esta puñetera mierda.
Soy un flan cuando te veo. Mis labios son caramelo fundido que, cuando intento que escape el aliento con mis palabras, me hacen dificultosa la acción.
¿Por qué tiene que ser todo tan difícil?
Son más de las 5:00 de la madrugada y estoy aquí, sin pegar ojo. Mirando estos folios y el bolígrafo negro, mientras medito si esto pudiera ser una especie de auto-terapia estúpida que nunca servirá ni para calmarme.
Me gustaría alguna vez dejar de quejarme. Lástima que, para que eso llegara a ocurrir, tendría que existir una máquina (se acepta colaboración de Doraemon) que borrase a una persona.
Ojalá tuviera el mínimo humor para poder reírme del chiste.
¿Sabes que el poblao y vosotros sois mi corazón, y que mi cuerpo está desterrado? Y, aunque esté lejos, siempre estoy ahí…
Si esto fuera una película, aparte de ser sólo ficción, todo acabaría en: y fueron felices para siempre jamás. Pero esto es la vida real, por mucho que me joda, y aquí los buenos sufren y los malos viven del cuento y la suerte.
¡Quiero deshacerme de esta angustia y ser libre! ¡Joder! ¿Por qué simplemente no puedo tener una vida feliz?
Karma, ¿a qué juegas conmigo? Dime, ¡¿hice algo malo?!
A veces los pensamientos de recuerdos alegres me quitan el aire.
¡Que alguien venga y me diga: tu tía te necesita, ve con ella! Una señal... ¡exijo una al menos! Para saber qué hacer. Porque no puedo seguir así, con estos bajones que me dan.
Voy a acabar encamada con una fuerte depresión…
Llevo horas aquí sentada. Haré lo que esté en mi mano por conciliar el sueño. Sólo espero… no volver a soñar contigo diciéndome que me extrañas entre lágrimas…
Supongo que la mayoría de la carta parece infantil. Habla la niña herida que llevo dentro. Pataleando. Patalear no me hará conseguir lo que quiero. De hecho, nada. Es imposible, aunque no quiera terminarlo de aceptar.
Ojalá nunca hubiera ocurrido toda esta puñetera mierda.
Soy un flan cuando te veo. Mis labios son caramelo fundido que, cuando intento que escape el aliento con mis palabras, me hacen dificultosa la acción.
¿Por qué tiene que ser todo tan difícil?
Son más de las 5:00 de la madrugada y estoy aquí, sin pegar ojo. Mirando estos folios y el bolígrafo negro, mientras medito si esto pudiera ser una especie de auto-terapia estúpida que nunca servirá ni para calmarme.
Me gustaría alguna vez dejar de quejarme. Lástima que, para que eso llegara a ocurrir, tendría que existir una máquina (se acepta colaboración de Doraemon) que borrase a una persona.
Ojalá tuviera el mínimo humor para poder reírme del chiste.
¿Sabes que el poblao y vosotros sois mi corazón, y que mi cuerpo está desterrado? Y, aunque esté lejos, siempre estoy ahí…
Si esto fuera una película, aparte de ser sólo ficción, todo acabaría en: y fueron felices para siempre jamás. Pero esto es la vida real, por mucho que me joda, y aquí los buenos sufren y los malos viven del cuento y la suerte.
¡Quiero deshacerme de esta angustia y ser libre! ¡Joder! ¿Por qué simplemente no puedo tener una vida feliz?
Karma, ¿a qué juegas conmigo? Dime, ¡¿hice algo malo?!
A veces los pensamientos de recuerdos alegres me quitan el aire.
¡Que alguien venga y me diga: tu tía te necesita, ve con ella! Una señal... ¡exijo una al menos! Para saber qué hacer. Porque no puedo seguir así, con estos bajones que me dan.
Voy a acabar encamada con una fuerte depresión…
Llevo horas aquí sentada. Haré lo que esté en mi mano por conciliar el sueño. Sólo espero… no volver a soñar contigo diciéndome que me extrañas entre lágrimas…
No hay comentarios:
Publicar un comentario