Unos nacen estrellas, y otros estrellados.
Hay estrellados que se creen estrellas, pero no conozco ningún caso de eso a la inversa.
Yo. ¿Yo? Soy de las personas que nacen estrelladas.
Mi madre, después de darme a luz, me registró como Verónica Domínguez Bogado y, creo que se equivocó. Tendría que llamarme Gafe Domínguez Desdichada de por Vida. Ese nombre va más acorde conmigo.
Problemas y malas épocas tiene todo el mundo, pero es que a mí me gusta quejarme.
No soluciono nada así, de hecho si gano algo con mis quebraderos de cabeza, son una colección de arrugas en mi cara.
Sufrí discriminación en el colegio por ser “¿diferente?”, y en el instituto por ser homosexual. Padecí de abusos sexuales. Me separaron de lo que más quería: lo que para mí es mi verdadera familia. Me arrancaron la infancia contra voluntad. Tuve más cuernos que la madre de Bambi. El dinero arrebató de mi mente todo posible pensamiento de estudiar y tener un verdadero futuro brillante. (¿O fue la negativa de mi madre? Está aún sin dictaminar).
Resumo la situación en mi casa: es una obra de teatro donde se representa el mito de la caverna. Explico mejor: no cuento con apoyo moral ni comprensión por ser “intelectual”.
He acabado recolectando fruta en el campo, y variantes. Triste. No es mi sitio.
Si sigo así nunca acabaré de sacar cosas...
Y pienso, ¿qué más sorpresas me deparará el destino?
Prefiero no saber nada.
Me he vuelto tan, inevitablemente, fuerte… ¡Que os lo habéis creído! Sigo tan sensible e inocente como siempre.
¿Tendría que alegrarme de algo? Tal vez. Aunque con este texto no pretendo mostrar mis escasas alegrías.
El polo norte es donde yo me encuentro, y en el polo sur está mi línea de meta. En ella hay un cartel donde pone: Escritora. Pues la distancia la veo hacia arriba. Y no tengo escalera.
En fin, no quiero llegar a tocar todo mi fondo. Solo decir que, después de todo, estoy aquí. Viva.
Y, si una cosa de mil malas, me sale bien, no voy a justificar que merezca la pena, porque no es así, pero esa cosa buena se siente más intensa.
Y no espero nada, solo ESPERO.
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