Posé mis ojos en todos y cada uno de ellos, pero ninguno me devolvío jamás el reflejo del vistazo que yo sí les regalaba. ¿En qué chica estaría esa mirada? La chica de la mirada. De ESA mirada. De LA mirada. Pero... ¿y si ella no existía?
Y... cuando más valentía advertía ante la idea de escaparme, sin ir a la vez a ninguna parte, alejándome de mí misma sabiéndome atada... Cuando más dispuesta estaba a despejarme de ese infierno romántico, la chica de LA mirada emergió por sorpresa de la nada, logrando por un instante y sin proponérselo, que yo experimentase un espejismo de tetraplejía. Con una sola mirada me acarició el corazón y me curó de todo el mal existente en mi ser.
Poseemos un vínculo férreo que es invisible para la percepción objetiva humana, pero que siente el alma. Y, a veces, mientras nos observamos, reina el silencio a la par que lo expresamos todo.
Es la chica de LA mirada y con ella quiero (a ser posible) pasar la vida entera.
Me resulta de mucho gusto, amiga. Beso
ResponderEliminarEstupendo!!!
ResponderEliminarUn abrazo