Habréis de creerme si juro solemnemente haber sido transfigurada
en una lámina de hierro, pese a no ser certero.
Una áspera mirada o, tal vez,
la más insignificante de las palabras que me evidenciase,
podrían ser perniciosas lanzas espartanas que friccionasen mis marcas,
trayendo en retorno los latidos de dolor que eludo con tanta exasperación.
No sé coser y, sin embargo, me dispongo a confeccionar,
con las manos desgastadas del esfuerzo,
una crasa capa que camufle ésta alma
atestada de cicatrices y máculas de sangre marchita.
El poema me resulta estupendo, amiga. Te felicito.
ResponderEliminarBeso